sábado, 21 de marzo de 2009

Noticia bizarra 4: elefantes rosados

Después de una semana de días llenos de conferencias y sesiones de discusión en la escuela del CERN en Medellín (de Medellín, hasta el momento, sólo conozco el aeropuerto, el centro de convenciones y el tramo de carretera que une a ambos), ha sido bueno encontrar una nueva noticia bizarra. Ésta en particular me ha recordado un pedazo de mi chiquititud y posiblemente ocurra lo mismo con algunos de ustedes.

Aquí les va:

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Descubren en África rara cría de elefante color rosa

19:37 | El pequeño paquidermo fue avistado por reporteros de la BBC de Londres breves minutos dentro de una manada

Botswana (Andina).- Una rara cría de elefante de color rosa fue descubierta por un fotógrafo en Okavno Delta, Botswana, cuando era amamantada por su madre, concitando la atención del mundo científico internacional.

Mike Holding, quien fotografió este raro ejemplar para la BBC de Londres, narró que mientras rodaban un programa sobre vida animal en el África, notaron un llamativo punto rosa que se movía dentro de una manda de unos 80 elefantes.

El avistamiento no duró mucho, pues inmediatamente después la manada cruzó un río.

“Fue un momento verdaderamente emocionante para todos en el campamento. Todos creímos que era algo muy raro de ver, nadie podía creer lo que tenía frente a sus ojos”, informó según El Universal de México .

De acuerdo a especialistas consultados, se trataría de un ejemplar de elefante albino de África que tendría escasas posibilidades de sobrevivir debido a que los fuertes rayos solares podrían dejarlo ciego o causarle serias lesiones en su delicada piel.

Se ha podido comprobar a lo largo de los años que los elefantes albinos no son completamente blancos y generalmente tienen un tono de piel tendiente al rojo-café o al rosado.

El albinismo es una condición genética en la que existe una ausencia congénita de pigmentación en los ojos, piel y pelo, y que se presenta en seres humanos y animales.

Fuente: El Comercio, 21/03/2009

Foto: El Universal, 21/03/2009

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Lectores, Walt Disney ha sido reivindicado. Los (inmensamente perturbadores) elefantes rosados de Dumbo (1941) sí existen:

Se necesitaba a alguien tan diferente como Disney para hacer la asociación entre el estado de ebriedad y la marcha de un grupo de elefantes rosados. En caso no recuerden la marcha, aquí la tienen (escuchen la letra con atención):



El ratón Timothy, compañero de viajes de Dumbo, resume bastante bien el espíritu de esta canción dirigida al público infantil:

Yo que al diablo desafié y que la cola le arranqué, los paquidermos tricolor han hecho que pierda mi gran valor.

Me pregunto:

1. ¿Habrá tenido Disney la madre de todas las borracheras en Botswana (donde se fotografió al elefante rosado)?

2. Si eres un botswanés (¿?) para el que los elefantes rosados sí existen, ¿a qué animal te imaginas cuando estás borracho?

La intensidad de esta escena es comparable con la de la impresionante Peregrinación al Monte Pelado en Fantasia (1940), definitivamente una de las escenas de terror mejor logradas en el cine.



Disney tiene que haber leído a H. P. Lovecraft

¡Hasta el próximo post!

sábado, 14 de marzo de 2009

Cómo ser inmortal

Todavía tengo un poco más que decir acerca de la muerte.

Hace poco leí Borges Oral (Alianza Editorial, 2000), una recopilación de las transcripciones de cinco charlas que dio Jorge Luis Borges en la Universidad de Belgrano, en Buenos Aires, en 1978, cada una sobre uno de sus temas favoritos: el libro, la inmortalidad, Emanuel Swedenborg, el cuento policial y el tiempo.

En el ensayo sobre la inmortalidad, encontré la siguiente frase, que Borges atribuye a un poema de Leconte de Lisle:

Libérenlo del tiempo, del número y del espacio y devuélvanle el reposo que le habían quitado
.

Como frase lapidaria, me parece genial. (Sólo por el valor poético... realmente el reposo me aburriría.)

Otra frase que me gustó es una de Tomás de Aquino:

Intellectus naturaliter desiderat esse semper (La inteligencia desea naturalmente ser eterna)

Ahora, personalmente, casi siempre he asociado la idea de inmortalidad con la prolongación indefinida del período de vida, con la conservación tanto del cuerpo como de la mente de aquí en adelante. Alguien con mayor inclinación a la mística podría contentarse únicamente con la perpetuación de la conciencia, y ya no también del cuerpo. Para los gnósticos, de hecho, somos seres espirituales atrapados en envolturas materiales. La transmigración del alma -la reencarnación- tiene sus bases en esta filosofía.

Sin embargo, Borges propone una tercera noción de inmortalidad, una especie de perpetuación en la memoria colectiva:

Nuestro yo es lo menos importante para nosotros. ¿Qué significa sentirnos yo? ¿En qué puede diferir el que yo me sienta Borges de que ustedes se sientan A, B o C? En nada, absolutamente. Ese yo es lo que compartimos, es lo que está presente, de una forma o de otra, en todas las criaturas. Entonces podríamos decir que la inmortalidad es necesaria, no la personal pero sí esa otra inmortalidad. Por ejemplo, cada vez que alguien quiere a un enemigo, aparece la inmortalidad de Cristo. En ese momento él es Cristo. Cada vez que repetimos un verso de Dante o Shakespeare, somos, de algún modo, aquel instante en que Shakespeare o Dante crearon ese verso. En fin, la inmortalidad está en la memoria de los otros y en la obra que dejamos. ¿Qué puede importar que esa obra sea olvidada?

Quiénes somos es el resultado de nuestras interacciones con otras personas y, de manera indirecta, de nuestras interacciones con las creaciones de otras personas (libros, películas, pintura, música), que vamos acumulando en el transcurso de una vida. El yo de estas personas es, a la vez, el resultado de sus propias interacciones acumuladas. Si he entendido bien a Borges, entonces su idea de inmortalidad es que el yo de un hombre, o algunas manifestaciones de su yo, se transmite, usualmente de forma anónima, de generación en generación, aún después de que el cuerpo y la conciencia del creador original desaparecen. El yo de los hombres muertos se perpetua en el yo de los vivos: la inmortalidad se alcanza sin necesidad de divinidad. No se me ocurre forma más humana de hacerlo.